Como terciaria franciscana, Margarita vive la traversia pascual

Margarita fue sanada por la intercesión de María el día de la Inmaculada Concepción. Este acontecimiento no es accidental. María participa en la transformación interior, como es el caso de las personas curadas milagrosamente en Lourdes, que, al sanar su cuerpo, su interioridad del alma se profundiza. Dios al estigmatizar a Margarita va a plasmar en ella todo su amor, impregnándola de su ternura. Los estigmas de Margarita se convierten en aberturas donde Dios derrama su amor infinito, su presencia de corazón a corazón, de cuerpo a cuerpo, sin ningún obstáculo. Margarita es místicamente invitada a la humanidad de Cristo en la mañana de Pascua. En esta configuración mística con Cristo, se parece tanto a él que se convierte en su espejo. Es en esta orientación pascual que debemos contemplar la estigmatización de Margarita. Es como estigmatizada que entra en la Tercera Orden Franciscana, la que estaba muy presente en la Glâne, gracias a la presencia de capuchinos residentes en Romont (canton de Friburgo). Aunque ya, mucho antes de ingresar en la Tercera Orden, Margarita estaba impregnada de la espiritualidad de San Francisco de Asís. Su vida de humildad y modestia, su amor en especial por los pobres, los enfermos, su sed de anunciar a Dios especialmente a las nuevas generaciones, su amor por Cristo pobre y desnudo, que se manifiesta en el misterio de la cruz de la luz pascual, hacen de ella una verdadera franciscana en el mundo. El 22 de febrero de 1861, estando bien familiarizada con la espiritualidad cristocéntrica de San Francisco, Margarita se compromete de forma concreta a vivir la regla de vida de la Tercera Orden, la de los laicos franciscanos. Este mismo día es la fiesta de Santa Margarita de Cortona, terciaria franciscana. Esta ilustre mística del Cristo crucificado vivió a unos cuantos kilómetros de Asís. Es así que Margarita, como laica en el mundo, cumple el deseo del Hermano Francisco, que todos abracen al Cristo de los Evangelios de una manera absoluta. Él quería que todos descubriéramos que no sólo somos amados por Cristo, sino que somos salvados, liberados y transfigurados por Su Amor. Por eso Francisco decía: "¡Ay de mí si no anuncio el amor!" y como Margarita en sus éxtasis, a veces lloraba al contemplar a la humanidad, diciendo: "El Amor no es comprendido, el Amor no es amado". Deseaba con toda su alma que sus discípulos se comportaran como mendigos del Amor, viviendo el Cristo de los Evangelios, como si nada dependiera de ellos, como si todo dependiera de Dios. El tiempo de iniciación a la Regla de Vida, una especie de noviciado, dura un año, y se lleva a cabo antes de que se reúnan las promesas de compromiso ante el responsable capuchino de la Tercera Orden y de la comunidad. Esto se hace en la iglesia del convento, y en presencia de los otros laicos miembros de la Tercera Orden. ¿Qué es lo que lee Margarita? Sobre todo biografías, escritos de místicos franciscanos o meditaciones sobre la Pasión de Cristo siguiendo el espíritu de san Francisco o de santa Clara, es decir, una literatura muy impregnada de las Escrituras. Se cree que los Evangelios encontrados en la casa de Margarita, los recibió de la Tercera Orden, ya que no era común en esa época que los laicos tuvieran acceso a las Escrituras. A partir del momento en que se compromete, Margarita vive de manera cada vez más absoluta la vida misma de Cristo siguiendo las huellas de San Francisco. Hace de su vida una ofrenda total en configuración con Cristo, pobre y humilde en su humanidad.