Una feligresa realizada cuya Eucaristía será la cumbre de la vida espiritual

La vida eucarística de forma extraordinaria

La relación de Margarita con Dios y con los hombres va a florecer precisamente en el ámbito de su parroquia ya que la vida parroquial es una experiencia a la vez personal y comunitaria. Con su familia, Margarita va al encuentro de Dios y vivirá de su presencia a través de la escucha de su Palabra y de los sacramentos. En ese sentido, Margarita va a vivir una vida eucarística fuera de lo común. Para ella, en el sacramento de la Eucaristía, ya no hay distancia entre el Cristo elevado al cielo y Su presencia, de manera real, en el cuerpo del creyente, en su ser físico. Tan convencida está de ello, que toda su vida gira entorno a la Eucaristía.

El resucitado y su corazón

Cada vez que Margarita vive la Eucaristía en la iglesia, todos quedan impresionados por su alegría, que incluso algunos describen como éxtasis. Es consciente de que está en la fuente que se ofrece a ella, es decir, con el Resucitado y su corazón abierto del que brotan ríos de agua viva, como una entrega constante. Margarita se abandona en el torrente de amor de Aquel que se entrega a la que le ha dado todo. Tambien siente mucha emocion frente a la gran humildad del Cristo glorioso que se humilla hasta su propio ser y la ilumina del interior con Su presencia.

El que es el camino

Margarita, llena de Su presencia, prosigue su jornada y las múltiples tareas de su vida cotidiana. Está ahora con " El que es el camino ". A lo largo del día, se deja transformar por la gracia eucarística para configurarse cada vez más con Él. En la eucaristía recibe el cuerpo de Cristo, pero es sobre todo Él que la acoge en su cuerpo místico: "El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él" (Juan 6 56).  La Eucaristía, experiencia de la palabra y de la mesa, es lo que sostiene a Margarita durante las largas jornadas de trabajo, de oración y de contemplación. Duerme poco y sus actividades empiezan a las tres de la madrugada y terminan tarde por la noche.

Sufrimiento y enfermedad

A veces el dolor y la enfermedad la fuerzan a guardar cama. La iglesia se encuentra a kilómetro y medio de su casa y se le dificulta cada vez más asistir a la Santa Misa y recibir del sacerdote la comunión. Uno de estos días de gran cansancio, sucede un acontecimiento extraordinario: el cielo se abre en La Pierraz y en la habitación de Margarita. Un ángel se presenta y la reconforta con la Santa comunión eucarística. El ministerio de la comunión eucarística confiado a los ángeles no es algo nuevo en el misticismo cristiano. Muchos santos y beatos han tenido este privilegio y para Margarita, es un hermoso regalo recibir la eucaristía de las manos de un ángel.  Está familiarizada con ellos, y les tiene mucha confianza, en especial a San Miguel Arcángel, a quien le confía en su oración a la Iglesia y al Papa. Los ángeles no son extraterrestres. Son fuerzas de Dios, criaturas espirituales a su servicio. Están presentes en la Sagrada Escritura manifestándose en la vida de los hombres tanto en el cielo como en la tierra.

Eucaristía y compartir

Margarita, con su fidelidad casi diaria a la Eucaristía, nos recuerda que cuanto más amamos a Cristo, más queremos encontrarlo, y dejarnos tocar por Él, a imagen de la mujer a la que Jesús dice "Tus pecados quedan perdonados" (Evangelio de Lucas 7, 44-50). Cuenta su familia que Margarita se considera la peor de las pecadoras y va a la Eucaristía, llevando consigo a todos sus parientes, como un mendigo de amor pidiendo la luz, la paz del corazón y la salvación. Iba cada día, con un corazón de niño que sabe que en la relación del Amado con la amada, sobrepasa todo lo que se pueda imaginar en este mundo.

 

Con la Eucaristía, Jesús nos da al mismo tiempo la plenitud de su presencia y de su ausencia. Está allí y se aparta, como el agua de manantial, que sólo está presente para fluir, para ir más lejos y partir. La vida está en el flujo de todo. Por eso, Margarita comparte el Cuerpo de Cristo y, a través de su vida de caridad, puede compartirlo con los demás.